Teniendo en cuenta la decadencia del tatuaje en la Europa cristiana, cabe señalar con razón que la tradición (o al menos su prevalencia) se reimportó con el periodo de colonización y la época de las primeras grandes expediciones. Muchos exploradores como James Cook, Jacob Roggeveen y otros informaron sobre aborígenes muy tatuados de Samoa, Nueva Zelanda, Borneo y otras regiones.
Guisante samoano
En Samoa, los tatuajes de los hombres se llamaban pe'a, y solían cubrir la parte inferior del cuerpo de los hombres desde la cintura hasta la rodilla; los tatuajes de las mujeres, por su parte, se llamaban malu y cubrían la zona desde la parte superior del muslo hasta detrás de la rodilla (Mallon 2002). En cuanto al diseño, existían ciertas reglas principales a seguir, sin embargo, cada artista tenía su propio estilo individual. El pe'a y el malu suelen estar relacionados con ideas rituales de proteger el cuerpo y, al mismo tiempo, embellecerlo. A los samoanos que no llevaban tatuajes se les solía llamar telefua, que significa desnudo. El tatuaje pe'a servía como acto de transición de los jóvenes hacia miembros competentes de la sociedad, y aquellos que no podían soportar el dolor del tatuaje eran etiquetados como pe'a mutu, lo que significa que llevaban marcas de vergüenza (Tepapa 2014). Superar con éxito este procedimiento de iniciación otorgaba a los jóvenes el derecho a servir a los jefes de la tribu y, en general, tanto pe'a como malu servían como encarnaciones de la virilidad y la feminidad respectivamente (DeMello 2007). Además, combinado con la función de iniciativa, el pe'a proporcionaba al portador un sentimiento de respeto por parte de la comunidad y los miembros de la familia.
Moko maorí
En Nueva Zelanda, los indígenas maoríes tenían su forma de marcar la piel de forma permanente, que se llamaba moko (Robley 2003). La técnica del moko difería del tatuaje en las 5 concepciones tradicionales, en lugar de agujas que introducen pigmento de color bajo la piel Los maoríes utilizaban UHI (cinceles) que tallaban la piel. El procedimiento era extremadamente doloroso: primero se hacían cortes profundos en la piel y luego se introducía repetidamente un cincel con un pigmento en los cortes, creando líneas y formas. A menudo, el proceso de tatuaje se acompañaba de danzas y música que ayudaban a aliviar el dolor, sin embargo, la persona que se hacía el moko no podía gritar de dolor, esto se consideraba un signo de debilidad, lo que impugnaba el significado de iniciativa del moko (Sanders 1989). Además, todo el proceso se consideraba un ritual sagrado, y las personas que recibían tatuajes podían llamarse con razón "personas umbral" (Turner 1969), ya que durante todo el tiempo que duraba el tatuaje no se les permitía comunicarse con nadie que no recibiera un tatuaje, ni comer con las manos. Además, los miembros de la tribu que recibían tatuajes tenían restringidas las relaciones íntimas (Zealand Tattoo 2009). En cuanto a la división por sexos, los tatuajes maoríes se otorgaban por igual a hombres y mujeres; sin embargo, los hombres solían llevar tatuajes faciales completos, mientras que las mujeres llevaban tatuados los labios y la barbilla. En general, el moko era un símbolo de estatus, no todas las personas podían tenerlo, es más, sólo una persona de alto rango social podía permitírselo (Robley 2003). Los tatuajes faciales completos no sólo servían como símbolo de estatus, sino que tenían una compleja función comunicativa. En cierto modo, el moko facial masculino servía como documento de identificación que podía informar sobre la posición social del propietario, su estado civil, el rango de su tribu, su ocupación, etc. Por esta razón, el rostro se separaba simbólicamente en 8 zonas, y cada una de ellas debía llevar cierta información; si, por ejemplo, la persona no tenía rango en la tribu, la zona responsable de ello se dejaba en blanco (Zealand Tattoo 2009).
Tatuaje en Borneo
En Borneo existían numerosas tribus, conocidas comúnmente como Dayak, que comparten una larga historia de práctica del tatuaje que impregna distintos aspectos de sus vidas (Levin 2009). Una de las mayores tribus indígenas se llama Iban, pues el tatuaje de sus miembros siempre ha sido una actividad sagrada que conectaba a las personas con el mundo espiritual. En general, las creencias de los indígenas de Borneo suelen basarse en la idea de la espiritualidad del mundo circundante que incluye la naturaleza, los animales y los seres humanos, por lo que en los diseños de los tatuajes Dayak se ven principalmente motivos naturales. Aparte del propósito de estatus y prestigio, los tatuajes borneanos también tienen un significado religioso. Por ejemplo, entre los dayak existe la creencia de que, tras la muerte, a una mujer completamente tatuada se le permitirá bañarse en el místico río Teland Julan, mientras que a las mujeres con tatuajes inacabados sólo se les permitirá permanecer en la orilla y a las que no lleven ningún tatuaje no se les dejará acercarse al río en absoluto (Levin 2009). Entre los varones, el tatuaje suele estar relacionado con la caza de cabezas, tanto en aspectos de protección como de estatus (Atkinson 2003). Como medidas de protección, se utilizaban señales en la garganta para evitar que los enemigos se apoderaran de la cabeza del portador del tatuaje, y si el guerrero en la batalla era capaz de cazar una cabeza de un enemigo se le concedía realizar determinados tatuajes (Gilbert 2000).
Curiosamente, en la cultura dayak el tatuaje siempre ha sido una ocupación de las mujeres, mientras que a los hombres sólo se les permitía tallar bloques de madera con diseños de tatuajes que luego se sumergían en tinta y se aplicaban sobre la piel como plantilla a seguir por el tatuador. Para las mujeres, los tatuajes formaban parte de un propósito decorativo y servían en parte como prueba de sus talentos para el canto, la danza o el tejido (Guynup 2004). El tatuaje completo de la mujer dayak era un proceso largo, que a veces duraba hasta cuatro años. El tatuaje comenzaba a la edad aproximada de 10 años con los dedos de las manos y los pies, procediendo en los años siguientes hasta el momento en que se tatuaba todo el cuerpo; este diseño debía estar terminado antes del embarazo de la mujer, ya que se consideraba una práctica indeseable tatuarse después de dar a luz a un niño.